miércoles, 8 de junio de 2011

Un amigo Especial

              Por Matilde Mesones Montaño*
Hoy revelaré un secreto
celosamente guardado
en un rincón detenido
de mi juventud.
Mis púberes fantasías
engendraron un animalillo alado
blanco como la piel de Leda
con un pulido y único cuerno:
un unicornio alado
esos que la mitología
se encargó de eternizar
en mitos y leyendas.

Mi amigo fue creciendo
perpendicularmente
a mi medrosa humanidad;
me acompañaba por las noches
a explorar las estrellas
tratando de encontrar
una respuesta
 a mi vaivente sino.

Sus ojos redondos  acaramelados
revelaban un cariño casi fraternal;
me escuchaba atentamente
cuando refugiada en mi habitación
solía hablarle de mis proyectos
angustias y devaneos;
acariciaba sus crines sedosas
intentando entender su silencio
más humano que yo misma.

Sólo yo podía verle y sentirle;
permanecía agazapado
en una orilla de mi mente
y aparecía por las noches
escapando por la puerta de mis sueños
sorteando  la vigilancia de Morfeo.
Cuando  las febriles melodías del amor
llamaron a mi puerta
él , mi querido amigo
era mi consejero
si acaso me sentía triste
me llevaba en su fino lomo
a recorrer las alturas infinitas
hasta  la cima del mundo
respirando la fragancia del Cielo.

No sé en cuál de los viajes etéreos
perdí el equipaje de mis sueños
mudé mi traje de aterciopelada inocencia
y eché a recorrer el mundo
estrenando mi imberbe madurez.
Me olvidé de él , mi querido amigo
de nuestros juegos y tertulias
de los momentos felices
arrullando las luciérnagas.
Lo dejé abandonado
en el último vagón
del tren de mis recuerdos
por ir tras el  vertiginoso vuelo
de lo desconocido
sin voltear a mirar
la luz de sus pupilas
encendidas de llanto.

Perdóname amigo,
por lo ingrata que fui
no sólo por alejarte de mi lado
sino por no haberte compartido
con otros ilusos como yo
que hubieran gozado de tu hechizo.
Te dejé morir con mi indiferencia.
Tan  frágil y susceptible
no soportaste la soledad
y tu cuerpo lentamente  expiró;
presiento que tu alma
se eternizó en una estrella,
en esa estrella
que en estos momentos contemplo
extática  y melancólica.
Adiós, querido amigo,
Acaso , algún día me perdones
y regreses a buscarme
Te aseguro que esta vez no te fallaré.
No tardes mucho,
mi mortal humanidad
no puede darse el lujo de la eternidad…
*Presidenta de la Asociación
de Poetas de Ferreñafe