sábado, 30 de julio de 2011

No hay más sitio

                                              Por William Smith
No hay más sitio en mi corazón para contenerte un poco más.
Qué me presten un corazón nuevo, diferente, vacío, sin amores, sin recuerdos,
para quererte lo suficiente que te haga feliz.

Necesito un continente de playas, un país de bosques, una región de valles,
una provincia de lagunas y sin ciudades para poblarlos con la emisión de tus ojos,
con el resuello de tu voz, con el dibujo de tus pies perfectos.

Cada día es más el deseo de tenerte que no me alcanza el tiempo para amarte a plenitud.
Por eso cada mañana atrapo un sólo milímetro de tu boca para hacerlo lluvia.
Cada tarde apreso un sólo relámpago de tu vientre para hacerlo sol.
Cada noche cojo un sólo hálito de tu pubis para hacerlo estrella.

Son tantas las partes de tu amor que no quepan en la extensión del dominio de mi saturado corazón.
Qué me entreguen un cielo alto y limpio como un cuaderno de Dios
para escribir tu nombre con letras de rocío a un costado de la luna llena.
Qué me concedan un planeta recién inventado para habitarlo sólo con la esencia de tu pelo de lumbre.
Qué me procuren un océano de olas azules y espuma de nieve para navegar tus senos de sirena.
Qué me otorguen todo el tamaño de la historia para grabar la magnitud de tu desnudez de música.

Cada día es más grande el volumen de tu amor que se pone a rondar mi pobre corazón colmado.
Por eso en cada montaña busco una gruta de floresta para guardar una minúscula fracción
de tus hombros y espalda de novia.
Por eso en cada río indago un recodo de silencio para depositar una mínima porción
de tu cuello y pezones de amante.
Por eso en cada ciudad inquiero un apartamiento de piedra para confiar un nimio fragmento
de tus muslos y grupa de esposa.

Cómo puede mi solo corazón contener todo tu amor de estirpe de cerros y nevada.
Cómo puede mi solo corazón sujetar toda tu ansia de impulso de caminos y comarcas.
Cómo puede mi solo corazón retener todo tu fervor de fe de templos y santuarios.
Cómo puede mi solo corazón atajar toda tu alegría de pasión de barrancos y cascadas.

No. No hay más sitio en mi corazón para contenerte un poco más.
Qué me presten un corazón desconocido, disímil, desocupado, sin apegos, sin presencias,
para quererte lo suficiente que te haga feliz.

Y por que no me alcanzan los días, ni los años, ni la vida para ocupar la capacidad
de tu nombre de satélite de mundo,
ni el contenido de tu religión de penitente,
ni el comprendido de tu superstición de fetiche.
Por eso, cada noche, cada tarde, cada mañana,
 quejo un nuevo corazón,
voto un nuevo corazón,
rezo un nuevo corazón,
para depositar en él
toda la otra parte
 de todo tu descomedido,
desproporcionado,
amor.
Ferreñafe, 28 de julio de 2011